Personajes

Alfonso Diez

alfonso@codigodiez.mx

Fox y el Vaticano

* El “crimen” del ex presidente, ser narcisista

Hace unos días, una publicación que se difunde por Internet dio a conocer el expediente del Vaticano sobre Vicente Fox y su solicitud de anular su matrimonio religioso con Lilian de la Concha para casarse con Martha Sahagún.

Dice la publicación que la sentencia de la Sacra Rota Romana señala que Fox "presenta un grave trastorno de personalidad" y "serios trastornos psicológicos", que es "narcisista e histriónico (trastorno, dicen, que antes se llamaba histeria)" y se le prohíbe expresamente volver a contraer matrimonio si no tiene el permiso del tribunal eclesiástico.

Pero resulta que la histeria es una de las neurosis menos graves. Todos manejamos algún problema y el último señalado no implica crucificar a nadie y mucho menos señalarlo como no apto para casarse. Además, es falso que un supuesto “trastorno histriónico antes se llamaba histeria”. El término histeria, para referirse a la conducta respectiva, sigue vigente. Inclusive, uno de los “expertos” que evaluaron al ex presidente se refiere al histrionismo como propio de los actores “en las obras teatrales”.

Por lo que se refiere al narcisismo, habría que ver de qué tipo es ¿Don Juan? El narcisista nunca se enamora, no es hombre de una sola mujer y tiene graves tendencias homosexuales. ¿Es el caso de Fox? No lo parece. Pero hay otra conducta llamada también narcisismo, el “narcisismo intelectual”, que se refiere a aquéllos que se precian de ser muy inteligentes, muy cultos y superiores, por lo mismo, a los demás. Tampoco es el caso de Fox.

Los supuestos expertos, psicólogo y psiquiatra, mezclan ambos tipos de narcisismo para llegar a una conclusión y según la publicación “el mismo experto reconoce en el varón un ensimismamiento inmoderado, una excesiva auto-estima y el narcisismo. Esta combinación de varios elementos en el actor produjo una visión trastornada de las cosas, reacciones emotivas inadecuadas y finalmente dificultades en las relaciones interpersonales y en el control de las pulsiones.”

Así que ahora, de acuerdo con esta evaluación, tener una “excesiva autoestima” es un trastorno psicológico, lo mismo que “padecer” un “ensimismamiento inmoderado” (que significa orgullo inmoderado). Pero la realidad es que ni la excesiva autoestima, ni el orgullo inmoderado (que a fin de cuentas significan lo mismo), ni el narcisismo son trastornos psicológicos graves, ni menos impedimentos para casarse. La autoestima y el orgullo son cualidades, no defectos y mucho menos problemas psicológicos.

Da la impresión de que la Rota y sus expertos manejaron las cosas de tal manera que pudieran tener algo en qué basarse para satisfacer la petición del ex mandatario de anular su matrimonio. Como no había ningún sustento para otorgar la anulación, tuvieron que inventar ese supuesto grave trastorno psicológico, que no es tal.

Probablemente no contaban con que el expediente iba a caer en las manos que cayó, que se iba a difundir su contenido y que todos los medios de información se iban a basar en esa publicación equivocada para, a su vez, burlarse del que fue Presidente de México.

La sentencia del tribunal eclesiástico es, en consecuencia, errónea y la conclusión de los que publicaron el expediente está manipulada, descontextualizada, pero hay algo más. Si por iniciativa propia el Vaticano dio a conocer los señalamientos, puede ser inclusive demandado, por violar el secreto profesional a que están obligados el psicólogo y el psiquiatra que hicieron la valoración y que trabajan para la Rota.

Habría que averiguar cómo obtuvo la publicación (Reporte Índigo) el expediente en cuestión. Si lo robaron, cometieron dos delitos: el robo y la difusión de un expediente que debía guardarse en el secreto profesional de “los expertos que hicieron la evaluación”. Si se los dio algún empleado de la Rota Romana, tanto éste como Reporte Índigo son sujetos de acusación penal.

Reporte Índigo, además, cometió un grave error al publicar el expediente que contiene el análisis psicológico de Vicente Fox. No importa cómo lo obtuvo. No se puede ir por la vida publicando impunemente los expedientes médicos y/o psicológicos de quien sea. Son confidenciales y de la misma manera que todos y cada uno de los que elaboran tal publicación merecen respeto, como cualquier ser humano, también lo merece Fox.

Del árbol caído todos quieren hacer leña, dice el dicho, y en este caso se comprueba. Desafortunadamente, con la intención de obtener mayor difusión o mayores ventas, según el caso, hay publicaciones que no se tienen respeto ni a sí mismas, no se dan cuenta que lo que están haciendo es como escupir para arriba: les cae encima y lo que logran es escupirse ellos mismos.

Vicente Fox es un hombre como cualquiera, con cualidades y defectos. El autor de estas líneas no lo conoce en persona ni pertenece a ningún partido político. Pero es evidente que si de algún ex presidente se ha hecho escarnio ha sido precisamente de Fox. ¿Es culto, o inculto? ¿Es inteligente o no? ¿Es trabajador o no lo es? ¿Es cariñoso, amoroso con su esposa y sus hijos?

No importa cuál sea la respuesta a las preguntas anteriores, lo cierto es que ganó la elección para ser Presidente de México de manera incuestionable y cuando al final de su mandato fue atacado por la oposición de tal manera que ni siquiera lo dejaron entrar a rendir su último informe de Gobierno (por poner un ejemplo), él reaccionó de manera civilizada y no utilizó el poder de que dispone un mandatario para vengarse de los que lo odian.

Dice Xóchitl Gálvez que cuando fue a verlo lo escuchó hacer llamadas telefónicas a diversos empresarios y algunos no le contestaban porque estaba solicitando apoyo económico para construir el Centro Fox; es decir, se expuso a las humillaciones que recibió para lograr su objetivo. Es la sencillez de su vida diaria.

Por la razón que sea, el ex presidente no pudo tener hijos y adoptó a los que tiene. No se ha sabido que los trate mal, al contrario. Además, ningún ex colaborador lo ha acusado de malos tratos.

¿Por qué la saña? Es producto del coraje de quien perdió la elección del 2006. Culpa a Fox de todos sus males, lo acusa de haberlo atacado indebidamente durante el proceso, cuando él también lo hizo contra el que entonces era presidente y de peor manera, con insultos que toda la población reprobó.

Los medios poco serios, poco profesionales, simplemente se han dejado llevar por la marea de tanto adjetivo endilgado y aprovechan para vender más ejemplares y de paso atacar a quien encabezó el partido actualmente en el poder, con ánimo futurista.

En opinión del que esto escribe, observando la arena política sin animosidad, de manera imparcial, se han excedido. Todo tiene un límite, la prensa también. Es el momento de que reflexionen y utilicen argumentos, no insultos; señalamientos estructurados, no burlas. Pruebas sólidas y no ataques personales.

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